lunes, 27 de junio de 2016






Son pocas personas las que conocen el enorme potencial arqueológico que tiene Guerrero. En distintos momentos, el Instituto Nacional de Antropología e Historia ha realizado el registro de sitios o zonas arqueológicas de de diferente naturaleza y edad, actividad necesaria antes de avanzar en cualquier investigación arqueológica.

Entre 1939 año en el que se identificaron ciento treinta y seis sitios y el ultimo reporte de 2007, el numero de sitios que se conoce aumento a casi dos mil. De las zonas registradas, solo en unas cuantas se han realizado rescates, salvamentos o proyectos de investigación específicos, y únicamente siete se consideran abiertas al público.

Varios de los sitios arqueológicos investigados, aunque no se puedan visitar o incluso hayan desaparecido, han dejado información relevante para conocer y entender el desenvolvimiento de las sociedades precortesianas.( Chilpancingo Guerrero.Gobierno del Estado de Guerrero . (2015). Zonas Arqueologicas Guerrero. )


El estado de Guerrero abarca un territorio de 63 794 km² dividido en 81 municipios y siete regiones geopolíticas. Es una entidad que destaca por haber sido la sede de acontecimientos históricos relevantes, por conservar una cultura viva de enorme riqueza y variabilidad, y por tener un legado arqueológico extraordinario



La mayor parte de la historia precortesiana de Guerrero se conoce por la arqueología, ciencia que a través de los vestigios materiales y la asociación que guardan entre sí es capaz de interpretar los hechos que ocurrieron en sociedades que no dejaron documentos escritos. Aunque los primeros reportes sobre la arqueología de la entidad datan de fines del siglo XIX, fue hacia mediados del siglo XX cuando se realizaron las primeras investigaciones formales, mismas que se han venido acrecentando y mejorando en los últimos treinta años, lo que ha permitido resolver algunos de los enigmas que tenía la arqueología guerrerense, como la presencia olmeca y el estilo Mezcala, y conocer mejor la trayectoria de las sociedades prehispánicas en los tres y medio milenios que precedieron a la conquista española.



A lo largo y ancho de su territorio se han registrado poco más de 1700 zonas arqueológicas de diferente naturaleza y edad, de las cuales siete se consideran abiertas al público. Entre éstas, cuatro son las más importantes y visitadas: La Organera-Xochipala, Palma Sola, Teopantecuanitlán y Cuetlajuchitlán. Las dos primeras tienen un área de servicios al público y su acceso se realiza con facilidad. Tres tienen menor afluencia de visitantes: Los Tepoltzis, Ixcateopan y Huamuxtitlán. Todas cuentan con custodios del INAH y en ninguna se cobra la entrada. Otros vestigios relevantes por su colorido y antigüedad son las pictografías sobre rocas, un rasgo casi exclusivo del estado de Guerrero, como las de Oxtotitlán y Juxtlahuaca, que celosamente cuidan los habitantes de comunidades cercanas.( Rosa María Reyna Robles. Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH. ANTROPOLOGÍA E HISTORIA DE GUERRERO (2012). Zonas Arqueologicas DE Guerrero. )

Los Trabajos Arqueológicos en Guerrero


Las intervenciones arqueológicas en Guerrero han pasado por varios momentos que reflejan los diversos enfoques y la profundidad de los trabajos y las investigaciones. Se pueden distinguir cuatro etapas, de las que mencionaremos, a grandes pinceladas, sólo aquellas que consideramos han contribuido al mejor conocimiento sobre el pasado arqueológico.

Fotografía correspondiente a la zona arqueológica de la Organera, municipio de Eduardo Neri, de la cultura MEZCALA.



LA ORGANERA XOCHIPALA



Esta zona arqueológica se encuentra en la región montañosa y semiárida del centro del estado de Guerrero. Está dispuesta en siete niveles donde se ubican tres plazas, seis patios y numerosas estructuras. Además de cumplir con funciones ceremoniales, civiles y comerciales, fue habitada principalmente entre 650 y 900/1000 d. C.

Para llegar a La Organera-Xochipala desde la ciudad de México se toma la autopista que va a Iguala y se continúa por la carretera federal 95, México-Acapulco. En el km 190, en la desviación a Filo de Caballo, se recorren 11 km por carretera pavimentada y 2 km de terracería. La zona arqueológica se localiza 3 km al sureste del poblado de Xochipala, el cual está asentado sobre restos prehispánicos, y su nombre significa “la flor que pinta de rojo”.

El recorrido se inicia bajando de norte a sur. En primer término se encuentra una amplia zona parcialmente explorada, en la que se localizan el Juego de pelota, la Plaza norte y los Patios hundidos con su pasillo techado con bóveda falsa. En la Plaza central, la más amplia de la zona, se ubica el Palacio blanco, una de las construcciones más singulares, pues se trata de un edificio porticado levantado sobre la Tumba I, a la que se accede por la plaza inferior, y el Basamento de los clavos, que probablemente sostuvo el templo principal.

Más abajo está el Patio de los palacios porticados, flanqueado por dos pequeñas estructuras palaciegas y un pórtico. Sobre el patio hay una construcción de planta circular que fue utilizada para captar y distribuir agua. En el mismo nivel está la Plaza del aljibe, con su depósito para almacenar agua de planta cuadrangular. Al norte desplanta la Tumba I, a la que hoy se puede entrar por un agujero de saqueo practicado a principios del siglo XX. Esta tumba, techada con bóveda falsa, mide 13.5 m de longitud y es la más grande de la zona. Al sur se encuentran los restos de lo que fue un gran palacio, el Palacio Mezcala, llamado así porque allí se excavaron dos esquemáticas figurillas de estilo Mezcala.

En el Patio del órgano se yergue el Templo de las luces, el único basamento que conserva parte de un templo, ambos decorados con clavos de piedra y parcialmente destruidos por saqueo. El Patio de la tumba oculta fue nombrado así porque allí se localizó una pequeña tumba techada con bóveda falsa, que por cuestiones técnicas fue nuevamente sepultada. Al oriente lo limita el Templo del ocaso, un basamento de planta cuadrangular colocado sobre una plataforma con amplia escalinata, frente al cual se conservan restos de cuartos que datan del Posclásico tardío.


En el Patio del sur está el Palacio quemado, en el que se encontró el entortado de un techo plano derrumbado sobre una gran cantidad de mazorcas carbonizadas, ya que antes de ser abandonado fue utilizado como granero. En la Plataforma sur se localizan el pequeño basamento del Templo del adoratorio y parte de una construcción de planta circular, cuya función no ha sido descubierta. Aquí se excavó otra figurilla de estilo Mezcala. Finalmente, en el extremo sureste de la zona se encuentra el Área habitacional en la que localizaron evidencias de cuartos construidos con materiales perecederos y numerosos pisos de estuco superpuestos, así como objetos de estilo teotihuacano, oaxaqueño y del centro de Veracruz.


PALMA SOLA ( ACAPULCO)



Esta zona arqueológica se localiza en la ladera sur del cerro de El Veladero en el puerto de Acapulco. Aunque carece de vestigios arquitectónicos, destaca por las 18 rocas de granito grabadas con motivos antropomorfos, de la flora y fauna propias del entorno y, al parecer, de cuentas calendáricas y de la geografía del lugar.

En los motivos esquemáticos sobresalen las figuras humanas, con rasgos faciales y corporales apenas sugeridos por medio de líneas y puntos, ya sea de cuerpo entero, o representadas por la cabeza y parte del cuerpo, o bien sólo por la cabeza de contorno cuadrangular, circular o triangular, algunas con un diseño en forma de ancla bajo ellas. La mayoría están en actitud estática y no llevan vestimenta ni atuendos, pero en numerosas ocasiones están unidas por líneas que se han interpretado como la representación de relaciones de parentesco, con algún ancestro, o entre diferentes grupos sociales. Otras, que parecerían estar en movimiento, sugieren su participación en festividades o ritos, y unas cuantas, con penachos, bastones de mando y otros atributos se relacionan con sacerdotes o chamanes.

El recorrido se realiza de sur a norte subiendo la empinada pendiente. Las rocas se identifican como “elementos” numerados consecutivamente, iniciando con el número 18. Entre estos elementos, el 15 es uno de los más interesantes en su interpretación. Sobre la superficie de esta gran roca se grabaron dos ballenas y dos cocodrilos. A la representación humana de mayor tamaño se le identifica con una deidad de la lluvia por las líneas verticales que salen de sus ojos a manera de lágrimas. Otro personaje de cuerpo completo y con los brazos en alto se equipara con un sacerdote o chamán y otros quince más figurados sólo con la cabeza, ojos y boca, como participantes en un rito propiciatorio de lluvia, agrícola y de fertilidad. La escena está cruzada por tres líneas paralelas a las que supone corrientes de agua, quizá los arroyos Camarón y Palma Sola que flaquean esta zona, y la tercera como un río subterráneo que partiría de un abrigo rocoso representado por un círculo, donde se encontraría el Elemento 1, el más complejo de la zona. Las figuras de espirales se identifican como fuentes o manantiales, y un motivo con puntos posiblemente registraría el año agrícola. De tal manera, los motivos sobre la roca y su distribución aludirían a una representación mítico-geográfica que muestra tanto la relación de la geografía de Acapulco, reconocida a través de su fauna y sus características geográficas, como los rituales ligados con la lluvia.

En el Elemento 14 destaca la representación una ceremonia o danza y un personaje cubierto con una máscara; en el 11 hay un personaje que sostiene una bolsa y lleva un tocado de plumas y pectoral que lo identifican como un chamán, y el número 10 está grabado con un círculo y un diseño cuadripartita en el que hay figuras similares a pirámides escalonadas cuya cima converge hacia un círculo central, diseño que podría representar un marcador astronómico.

En los elementos o rocas 8 y 6 se pueden apreciar escenas más complicadas, tal vez de alguna ceremonia o danza, y los numerados como 5, 4 y 3, en conjunto, parecen representar una escena ritual y de registro calendárico, pues hay varios personajes, entre ellos un chamán, e hileras de puntos y barras. El Elemento 2 está dividido en tres partes donde se observan numerosos personajes, de manera individual o en grupos en actitud dinámica, que parecen participar en alguna ceremonia, ya sea danzando u orando.

El Elemento 1 es el más complejo de la zona. Está cubierto por una saliente rocosa que lo protege de la intemperie y por debajo de él pasa una corriente de agua. La cara sur de la roca está saturada con diseños antropomorfos que forman una complicada escena, interpretada como un mito de creación ancestral. Las figuras humanas más grandes, aunque esquematizadas, representan a un hombre y a una mujer, acaso la pareja original. Otras, unidas por líneas, serían los ancestros comunes de diversos grupos sociales o emparentados. El conjunto de elementos grabados y su asociación a una cueva y al agua harían de este lugar el más favorable para realizar ritos propiciatorios.




TEOPANTECUANITLAN COPALILLO




Esta zona arqueológica es la más importante de época olmeca descubierta hasta hoy en el estado de Guerrero. Se calcula que se extendió sobre 160 ha, pero los edificios más importantes se concentran en 50 000 m². Su descubrimiento fortuito en 1983 se debió a que estaba siendo sistemáticamente saqueada. A partir de este saqueo se instrumentó un proyecto de investigación arqueológica que ha revelado a Teopantecuanitlán como un enorme centro rector, con arquitectura de barro y piedra, escultura monolítica y sistemas hidráulicos únicos para su tiempo. Fue habitada principalmente entre 1000 y 500 años a. C., lapso en el cual se realizaron varias modificaciones y se construyeron nuevos edificios. Por su antigüedad se desconoce cómo se llamaba originalmente, así que fue bautizada con su nombre náhuatl que significa “el templo de los dioses jaguares”.


Se ubica en el extenso valle de Copalillo, donde confluyen los ríos Amacuzac y Mezcala. Para llegar a esta zona desde la ciudad de México se toma la autopista que va de Cuernavaca a Acapulco. En la caseta de Paso Morelos se sigue la carretera estatal número 1 hacia Tenango del Río; 12 km más adelante se desvía hacia el sur rumbo a Copalillo y de allí se recorren otros 20 km hasta llegar a la zona.



En el acceso principal se encuentra el conjunto arquitectónico más importante conocido como El Recinto, un patio hundido rodeado por muros verticales levantados con enormes bloques de piedra, recortados en forma tal que no se necesitó unirlos con mezcla. Sobre los muros este y oeste se dispusieron cuatro esculturas monolíticas que posiblemente representen deidades del agua o de la lluvia. Con las manos sostienen mazorcas de maíz y portan algunos atuendos propios de jugadores de pelota. En el exterior del patio se descubrieron los restos de etapas arquitectónicas anteriores recubiertas con aplanados de lodo.

La Plataforma norte limita a El Recinto por ese lado. Allí quedan grandes fragmentos de esculturas con rasgos humanos, una cabeza semejante a las encontradas en la costa del Golfo pero de menores proporciones y una gran escultura que representa a una rana. La Plataforma Sur está delimitada por altos muros de contención. Allí se localizaron evidencias de cuartos, escaleras, pisos y fogones, por lo que se le supone el lugar que habitaron los dignatarios del lugar.

Hacia el norte hay dos basamentos decorados con un diseño de “puntos y barras” intercalado con nichos verticales. Los puntos están formados por la parte visible de clavos de piedra y las barras por el canto de lápidas. En este sector se encuentra también parte de un canal de irrigación construido con enormes bloques de piedra colocados verticalmente, que estuvo tapado con otros más pequeños para evitar la evaporación. El canal se desprende de una presa nutrida por los escurrimientos de los cerros circundantes.

Más adelante se encuentra un Juego de pelota, cuya amplia cancha está limitada por dos construcciones laterales con cuerpos en talud. Es del tipo abierto pues sus extremos no están rematados por cabezales, y posiblemente fue construido en una época posterior al resto del asentamiento.


CUETLAJUCHITLAN HUITZUCO


Esta zona arqueológica fue accidentalmente descubierta cuando estaba siendo destruida por los constructores de la autopista Cuernavaca-Acapulco. Para preservarla, bajo ella se construyó el túnel de los Querendes. Se calcula que el sitio abarca 35 ha de las cuales sólo se han explorado dos. Estuvo ocupada principalmente en los dos siglos anteriores y los dos posteriores a nuestra era. Por ciertos rasgos arquitectónicos y escultóricos se sabe que formó parte de la cultura Mezcala en su etapa correspondiente al Formativo. En lengua náhuatl puede significar “lugar de flores rojas” o “lugar marchito”.

Ubicada en el municipio de Huitzuco, Cuetlajuchitlán destaca por su temprana planificación a partir de dos ejes transversales formados por calles o pasillos enlajados, desde donde se distribuyen nueve conjuntos arquitectónicos levantados con cantera rosa, cortada y ensamblada con gran destreza. El asentamiento se adaptó a la pendiente del cerro y cuenta con infraestructura hidráulica formada por una red de drenajes y depósitos para almacenar el agua que se condujo por medio de canales enlajados desde un manantial localizado 500 m al oeste.

El recorrido inicia en el Recinto Ceremonial, ubicado al centro del sitio. Se trata de un patio hundido aislado por gruesos muros, donde se localizaron dos tinas monolíticas dotadas con un asiento al interior, por lo que se piensa fueron usadas para baños rituales. Hacia el sureste hay otro espacio similar, llamado Taller de cantería, donde se encontraron otras dos tinas y evidencias de un área destinada a trabajar bloques de piedra y segmentos cilíndricos de columnas. Al norte se encuentran dos cuartos donde quedaban numerosos bloques tallados y lajas, y al oeste otros cuatro que se presumen habitaciones de los canteros.


Al norte del recinto se localiza el Patio 2, un patio hundido con un altar central rodeado por cinco cuartos; hacia el oriente están tres Complejos habitacionales, que acaso fueron ocupados por los dignatarios del lugar. Al oeste se encuentra el Taller de lapidaria, otro patio hundido rodeado por cuartos, donde se hallaron evidencias de que allí se labraron cuentas y placas de piedra verde. Poco más al poniente está el llamado Complejo habitacional de élite, formado por varios cuartos con pisos estucados. En uno de ellos permanecen alineadas al centro cuatro columnas y en otro se localizó una ofrenda de 50 vasijas, algunas con representaciones antropomorfas modeladas.

Alejado unos 200 m al oeste de los conjuntos antes descritos está el Complejo artesanal, formado por una serie de cuartos localizados al norte de un patio central, donde también hay dos cisternas y el canal que conducía el agua desde el manantial. Por las evidencias recobradas se estima que fue ocupado por artesanos que labraron madera y curtieron pieles.

LOS TEPOLTZIL, TIXTLA


Esta zona arqueológica se encuentra en el municipio de Tixtla, a unos 5 km al noreste de la población del mismo nombre. Para llegar a la zona, partiendo de Tixla se toma la carretera que va hacia Apango y luego el camino a Metlalapa.


Los Tepoltzis o Tepoltzin, en lengua náhuatl significa “el hijo de la montaña”. La zona está formada por varios conjuntos arquitectónicos, de los cuales sólo en uno se han liberado algunas estructuras. En éste se han detectado seis amplios espacios ubicados en varios niveles, que posiblemente sean las plazas en las que se distribuirían los edificios, de los cuales quedan algunos restos. Las estructuras liberadas consisten en una amplia plataforma de aproximadamente 30 m de longitud, limitada por muros en talud de 3 m de altura y una escalinata con alfardas que conducen a una de las plazas. Otro conjunto, no explorado, se localiza siguiendo el camino hacia Metlalapa, donde existe un alto montículo y tres plazas en desnivel, una de ellas rectangular y limitada por dos montículos alargados.

Ya que en esta zona no se ha realizado una investigación arqueológica completa se desconoce su posible filiación cultural y su edad precisa, aunque se piensa que probablemente date de alrededor de 1000 d.C.

IXCATEOPAN (IXCATEOPAN)



Esta zona arqueológica se encuentra en la región norte de Guerrero, en el municipio de Ixcateopan de Cuauhtémoc. Para llegar desde Taxco se toma la carretera hacia este poblado. A diferencia de las otras zonas mencionadas en esta página electrónica, fue ocupada en el último periodo prehispánico por lo que se le conoce no sólo por la arqueología sino también por numerosas referencias escritas. Su nombre en náhuatl significa “templo del algodón” y su jeroglífico aparece en el Códice Mendocino.

El poblado actual está asentado sobre la zona arqueológica por lo que sólo se ha explorado una pequeña porción de cerca de 5000 m², donde quedan los restos de construcciones de mampostería con recubrimientos de estuco, algunas con restos de pintura roja. Este conjunto sugiere se utilización para ceremonias religiosas, para funciones administrativas y de posible intercambio comercial. Entre los edificios destacan los de planta circular, o altares, y las escalinatas flanqueadas por alfardas rematadas con un elemento en forma de dado, rasgo arquitectónico típico del Posclásico tardío. También se liberaron segmentos de muros verticales y en talud correspondientes a habitaciones y plataformas, respectivamente. La cerámica se ha estudiado someramente, resaltando la llamada Matlatzinca, principalmente en forma de molcajetes trípodes decorados en rojo sobre bayo, y otra conocida como Yestla Naranjo en la que predomina la misma forma de vasija pero pintada en negro sobre crema, a veces combinada con rojo.

Ixcateopan estuvo habitado por los coixcas o cohuixcas que hablaban una variante del náhuatl. Un vez conquistado por los mexica se convirtió en su aliado para combatir a los purépechas o tarascos y pasó a formar parte de la provincia tributaria de Tepecoacuilco. Como su nombre lo indica, el algodón debió ser el producto más importante, el que tributaba tanto en forma natural como en diversas prendas confeccionadas.


OXTOTITLÁN CHILAPA






Entre las varias pictografías antropomorfas de estilo olmeca que se encuentran cerca de Acatlán, municipio de Chilapa, sobresale esta magnífica pintura policromada. Fue pintada sobre un acantilado a 10 m de altura en varios tonos de rojo, azul, ocre y café rojizo. En ella se representa a un personaje ricamente ataviado, sentado sobre la cabeza de un monstruo-jaguar que simula una cueva. El yelmo tras su cabeza aparenta ser de un búho cuyas alas caen como capa. La escena se relaciona con el agua, la lluvia y la fertilidad. Aunque es difícil fechar las pinturas sobre rocas, ésta está asociada a un sitio habitacional y ceremonial de 80 ha, cuya ocupación más importante se situó entre 900 y 400 a.C.


TEOPANTECUANITLÁN


Esta zona arqueológica es la más importante de época olmeca descubierta hasta hoy en el estado de Guerrero. Se calcula que se extendió sobre 160 ha, pero los edificios más importantes se concentran en 50 000 m². Su descubrimiento fortuito en 1983 se debió a que estaba siendo sistemáticamente saqueada. A partir de este saqueo se instrumentó un proyecto de investigación arqueológica que ha revelado a Teopantecuanitlán como un enorme centro rector, con arquitectura de barro y piedra, escultura monolítica y sistemas hidráulicos únicos para su tiempo. Fue habitada principalmente entre 1000 y 500 años a. C., lapso en el cual se realizaron varias modificaciones y se construyeron nuevos edificios. Por su antigüedad se desconoce cómo se llamaba originalmente, así que fue bautizada con su nombre náhuatl que significa “el templo de los dioses jaguares”.

Se ubica en el extenso valle de Copalillo, donde confluyen los ríos Amacuzac y Mezcala. Para llegar a esta zona desde la ciudad de México se toma la autopista que va de Cuernavaca a Acapulco. En la caseta de Paso Morelos se sigue la carretera estatal número 1 hacia Tenango del Río; 12 km más adelante se desvía hacia el sur rumbo a Copalillo y de allí se recorren otros 20 km hasta llegar a la zona.

En el acceso principal se encuentra el conjunto arquitectónico más importante conocido como El Recinto, un patio hundido rodeado por muros verticales levantados con enormes bloques de piedra, recortados en forma tal que no se necesitó unirlos con mezcla. Sobre los muros este y oeste se dispusieron cuatro esculturas monolíticas que posiblemente representen deidades del agua o de la lluvia. Con las manos sostienen mazorcas de maíz y portan algunos atuendos propios de jugadores de pelota. En el exterior del patio se descubrieron los restos de etapas arquitectónicas anteriores recubiertas con aplanados de lodo.

La Plataforma norte limita a El Recinto por ese lado. Allí quedan grandes fragmentos de esculturas con rasgos humanos, una cabeza semejante a las encontradas en la costa del Golfo pero de menores proporciones y una gran escultura que representa a una rana. La Plataforma Sur está delimitada por altos muros de contención. Allí se localizaron evidencias de cuartos, escaleras, pisos y fogones, por lo que se le supone el lugar que habitaron los dignatarios del lugar.


Avances, Problemática y Perspectiva de la Arqueología en Guerrero

ZonaA3Hoy ya es insostenible la idea de que las sociedades que habitaron en el actual estado de Guerrero eran subdesarrolladas, que carecían de una cultura propia y que su evolución dependía de influencias venidas de culturas más avanzadas. Los datos aportados por la arqueología, sobre todo en los últimos treinta años, indican todo lo contrario. Entre las aportaciones más significativas están el conocer que Guerrero constituyó una parte integral de Mesoamérica desde la época olmeca y que la particularidad de sus restos arqueológicos lo separan del resto del occidente de México; el comprobar que los vestigios olmecas en la entidad corresponden a sociedades altamente jerarquizadas y son tan antiguos como los de la costa del Golfo; el constatar que el sistema de techumbre conocido como bóveda falsa es oriundo y más antiguo en Guerrero y no una influencia venida de la zona maya, y el haber determinado que las esculturas de estilo mezcala forman parte de una cultura regional, la cultura arqueológica mezcala, que antecedió y sobrevivió a Teotihuacán.
Quedan, sin embargo, varios problemas por resolver. A pesar de los avances sustanciales en el registro de sitios, sigue faltando la cobertura de grandes áreas en la entidad, como la Montaña, la Tierra Caliente, la Costa Chica, y la alta Sierra Madre del Sur y la región Norte del estado. La investigación en esas áreas y otras más, cuando no es inexistente, es insuficiente e inconexa; existen enormes lagunas en el conocimiento del Clásico guerrerense y del Posclásico en general; algunos objetos se siguen identificando sólo por su estilo, como las figurillas de estilo xochipala, pero no se sabe a qué cultura arqueológica pertenecieron. Asimismo, se desconoce la antigüedad y naturaleza de las relaciones de Guerrero con culturas extramesoamericanas, percibidas por la introducción de la metalurgia en la cuenca del Balsas, por objetos de estilos centro o sudamericano, como las lápidas de Placeres del Oro o las vasijas de Tezahuapa, y por algunos del ahora territorio estadounidense, como las paletas Honokam.
Las 4 etapas de la Arqueología en Guerrero
Primera Etapa

Ocurre entre fines del siglo XIX y 1940. El arqueólogo escocés Wiliam Niven (1850-1937, emigro a Estados Unidos en 1879) permaneció en Guerrero de 1890 a 1911, lapso durante el cual se ocupó de poner en marcha diversas actividades para el desarrollo económico de la entidad. Entre una y otra empresa excavó numerosos sitios arqueológicos y documentó con notas, dibujos y fotografías sus hallazgos; asimismo, recogió cientos de objetos que vendió a museos estadounidenses. Entre sus aportaciones más importantes para la arqueología esta el haber rescatado la primera figurilla bellamente modelada en arcilla que muchos años después se nombró como de estilo xochipala. Asimismo, haber excavado el espectacular sepulcro de de Placeres del Oro y, sobre todo, haber relacionado a las pequeñas esculturas en forma humana que posteriormente se conocerían como de estilo mezcala y transicional, con sitios construidos con piedra labrada en la cúspide de las montañas, concibiéndolos como “una cadena de ciudades”.
Segunda Etapa

Transcurre de 1940 a 1950. Los años cuarenta del siglo XX se caracterizaron por la intervención de notables antropólogos, nacionales y extranjeros, que se organizaron en partidas o expediciones para hacer los primeros reconocimientos y registros de sitios arqueológicos. Entre ellos sobresale la figura del antropólogo austriaco Roberto Weitlaner, quien atravesó la alta Sierra Madre del Sur y, junto con Roberto Barlow, hizo la delimitación de una zona cultural, a la que nombro Yestla-Naranjo. A su vez, Pedro Armillas reconoció gran parte del Balsas Medio identificando distintas zonas de distribución arqueológica; realizo el estudio de sitios fortificados y de los sistemas de cultivo en los playones del río, y sintetizó la regionalización y cronología arqueológica para la subárea cultural del occidente de México en la que, en aquel entonces, se incluía a Guerrero. Miguel Covarrubias destacó en muchas actividades artísticas, pero también fue un excelente antropólogo autodidacta. Sus principales contribuciones para la arqueología de Guerrero fueron la identificación de las esculturas pétreas de estilos puramente locales, que englobo bajo el termino de estilo mezcala, el inicio de la clasificación tipológica de las figuras antropomorfas y la delimitación de la provincia arqueológica del río Mezcala en cerca de trece mil kilómetros cuadrados.
Tercera Etapa

Va de 1950 a 1970. A pesar de que se realizaron dos grandes proyectos de salvamento arqueológico con motivo de la construcción de las presas José María Morelos conocida como La Villita y El Infiernillo, los trabajos arqueológicos en el resto del estado fueron sumamente escasos; los de Robert Greengo en el norte de Guerrero nunca se publicaron; los de Noemí castillo y Raúl Arana en la presa Vicente Guerrero, infortunadamente se perdieron, y los de Paul Schmidt en el sitio de La Cueva y el valle de Chilpancingo sólo se conocen por su tesis de doctorado. El desinterés y la falta de vigilancia propiciaron entonces el incremento desmesurado de saqueos clandestinos.
Cuarta Etapa

Es la que comprende las investigaciones recientes; abarca de 1970 hasta la fecha. Sobresalen los trabajos de Jaime Litvak y Paul Schmidt, verdaderos pioneros de la arqueología moderna en Guerrero. Ambos han contribuido a identificar, de tanto en tanto, los principales problemas y perspectivas de la arqueología en la entidad. Con su amplia visión se enfocaron hacia la “arqueología de área”, pues para ellos uno de los principales problemas mas fue y sigue siendo la cobertura del territorio guerrerense para identificar, registrar y fechar los sitios arqueológicos.

CONCLUSIÓN

A pesar de que nuestro país es muy rico en cultura y zonas arqueológicas la mayor parte de las personas no conocemos muy a fondo sobre las diferentes tribu o comunidades que habitaron en cada uno delos estados.
esta vez se trata del estado de guerrero, un estado que a pesar de los grandes conflictos que ha tenido ultimamente. no deja de ser un estado con una gran diversidad y distintas zonas arqueológicas de las cuales conocemos muy pocas, en algunos casos no tenemos ni el mínimo conocimiento sobre ello. es por eso que decidí realizar este trabajo sobre las zonas arqueológicas y culturas que dejaron rastro en nuestro estado.


BIBLIOGRAFIAS

http://www.cultura.inah.gob.mx/guerrero/index.php?option=com_content&view=article&id=28

http://guerrero.gob.mx/articulos/zonas-arqueologicas-guerrero/

https://www.google.com.mx/search?q=zonas+arqueol%C3%B3gicas+de+guerrero&rlz=1C1PRFC_enMX628MX628&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwjlgPuwhsnNAhXKNSYKHR4VC38Q_AUICSgC&biw=1024&bih=499#imgrc=uRIWvdDaGTZnQM%3A

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